Una que decía...

Una mujer me dió una tarjetita en el tren, era diferente a todas porque decía una frase romántica que tenía el extraordinario poder enamorar a quienes la oyeran.
Le dí 15 centavos, que evidentemente no pagaban ese piropo que haría caer rendida a mis pies a quien quisiera, pero tuve que darle esa miseria porque sino no me alcanzaba para el colectivo.
Con la frase mágica en mis manos, pensé que esa era una revancha para alguien como yo, que jamás supo que decirle a las mujeres.
Enseguida me surgió una duda: ¿Por quién empezar? Pero mientras pensaba en varias candidatas, mi duda desapareció al mirar el reverso de la tarjeta, que en lugar del
“ De....Para....Por....” habitual, decía: “ Este conjuro sólo funcionará una vez, por lo tanto úselo de manera adecuada.” Al ver eso decidí tomarme un tiempo para pensar.
Tenía un gran poder pero a su vez tenía mucho miedo de equivocarme, en ese momento yo estaba enamorado de alguien, pero también sabía que podría tener a quien quisiera.
Un par días después, finalmente había tomado la decisión de decirle la frase a la chica esa que me gustaba tanto, pero cuando busque la tarjeta para recordar bien la frase, no pude encontrarla. Recordé mientras la buscaba, que debía estar en el bolsillo de la campera, tampoco encontré la campera... y le pregunté a mi querida madre, que amablemente la había llevado al lavadero.
Corrí al lavadero y agitado le pregunté a la señora del Laverrap si había visto una tarjeta, y me contestó:
- ¿Cuál ? Una que decía...